lunes, 25 de agosto de 2008

Aquellas pequeñas cosas...

Hoy amanecí contenta, no sé por qué. A pesar de los muchos inconvenientes que aún persisten. Este grato estado me hace pensar en lo afortunada que soy, no puedo dejar de valorar la buena vida que llevo.

Uno puede ser tan feliz con cosas tan insignificantes: cuando estás que te haces y puedes ir al baño, cuando no tienes un cinco y te llega platita del cielo, unas pocas lucas que te hacen ser feliz, cuanto tu hijo te dice "te amo mamita", cuando un trabajo te sale bien y te felicitan, cuando tu mamá se siente orgullosa de ti, cuando haces el amor con amor, cuando te das cuenta que se oscurece más tarde, cuando ves los arbolitos comenzando a florecer, cuando te regalan un alfajor de chocolate blanco, cuando todos en la oficina salen y te quedas solita...

viernes, 22 de agosto de 2008

Dejó una Stella de sabiduría en mi vida...

La conocí en el año 1993, en realidad, conocí primero a su hijo, Rodrigo. Ocurrió a mediados del mismo año en el que me separé. Luego de un tortuoso trance posterior a la separación, decidí dejar la casa que nos había cobijado por tantos años, cortar el lazo que me unía a ese hombre, al que amé como una loca. En ese tratar de rehacerme, encontré un departamento chiquito, cerca de la casa de mis padres, lo que era muy conveniente, principalmente para recurrir al siempre acogedor abrazo paterno, en esos momentos de penas profundas.

No llevaba ni dos días acomodada allí, cuando una noche golpearon a mi puerta, era Rodrigo, un hombre de unos 40 años, muy alto, con facha de intelectual, apuesto, quien con una gran sonrisa me dio la bienvenida y me ofreció caballerosamente su ayuda en lo que necesitáramos, porque había advertido que me encontraba sola, con dos niños pequeños. Agradecí muy sorprendida y a la vez bastante desconfiada. No quería a ningún hombre metido en mi casa, sólo quería estar con mis hijos, vivirlos, consolarlos, acogerlos y amarlos. Pero poco a poco Rodrigo se fue acercando, sin invadir mis espacios y sin presionarme. Nos hicimos amigos inseparables, él también tenía dos hijos en esa época, dos niños bellos y amorosos, que se hicieron amigos de mis bellos y amorosos hijos. Pasaba todos los días a verme después de su trabajo, me ayudaba a hacer hoyos en los muros, a colgar repisas, instalar muebles, en fin, todo aquello para lo que las mujeres no estamos hechas. Luego del arduo trabajo, nos conversábamos un merecido cafecito con galletas.

De a poco comenzamos a interiorizarnos de nuestras vidas, me contó las razones por las que vivía con sus hijos, que además, vivía en la casa de su madre, mi vecina de la puerta del lado, STELLA DÍAZ VARÍN, no podía creer lo que me decía, estaba frente al hijo de una de las escritoras que más había admirado en mi vida.

Solapadamente, le conté que escribía, que tenía algunas poesías y algunos cuentos cortos y que no sabía si tenían algún valor. Después de esa conversación, a los pocos días a la misma hora que llegaba él a saludarme, sonó como siempre el timbre, abrí la puerta y, sorpresa, en vez de encontrar a Rodrigo allí, encontré a una mujer alta, afirmada con un brazo de la pared y con el otro en la cintura, me miró con sus ojos claros, se arregló la chasquilla y con una voz ronca y profunda, me dijo “soy tu vecina” y en ese momento caí en la cuenta de que estaba nada más y nada menos que frente a frente a la mismísima DOÑA Stella Díaz Varín, con una gran sonrisa, tapada por su mano, igualita a la de su hijo, continuó: “Estimada, me contaron por allí que osas decir que escribes poesía, quiero ver eso, no vaya a ser cosa que me salga gente al camino”. Desde ese día, Stella no dejó de ir ni un solo día a mi casa, me estimuló, me criticó, me aplaudió, me consoló… Nos hicimos amigas entrañables, la adoré y la odié.

No puedo dejar de decir que su hijo me inquietaba, comenzaba a gustarme, pero ese día que conocí a Stella, aparte de fumar, reírnos, cuchichear, filosofar y mil cosas más, me advirtió que lo único que no podía hacer, era tocar a su hijo, que si ella sabía que estábamos juntos, hasta ahí llegaría nuestra amistad. La preocupación más grande de su vida eran sus nietos, no quería por ningún motivo que los niños sufrieran. La verdad es que no la entendí mucho en ese momento, pero después de conocerla como la conocí, la entendí e hice caso de su consejo.

Si ya admiraba a esta mujer, conocerla no fue sino ratificar esta admiración, me guió como una madre que ayuda a caminar a su pequeño hijito, me ofreció su mano para apoyarme y no caer. Fue ella quien me dijo que mis palabras transmitían algo, que mis metáforas eran bellas, creativas y sentidas, que la poesía era 99% de transpiración y 1% de inspiración. Que no me dejara aplastar por la estitiquez mental, que luego de una gran verborrea, era natural que me sucediera lo contrario. Me enseñó a tener paciencia con mi cerebro, a tomarle el pulso a la creación, a no dejarme influir por nadie, que sólo permitiera correcciones de forma, no de fondo. Que me dedicara el mayor tiempo posible a pensar y a crear, que la sensibilidad y el talento existían, que había que pulirlos y entrenarlos.

Me dio consejos para mantener la piel joven y bonita, ella podía dar cátedra en ese tema: “Niña jamás te estires demasiado la piel de la cara, eso evitará que te salgan arrugas”. Ella era una mujer bella, en su juventud se dedicaba a romper corazones, aún a la edad que la conocí seguía siendo bella, tenía una estampa “de gente”, como decía mi madre, que hablaba de sus días de riqueza en La Serena. Nunca me dejó entrar más allá del pasillo a su departamento. Yo intuí que algo había pasado con Stella con los años, había un motivo de peso para no mostrar una sonrisa amplia y siempre taparse la boca con la mano, había un motivo de peso para no mostrarme sus cosas, ella llevaba sus escritos a mi casa, ahí ella se explayaba, me educaba y era un poquito más feliz. Como todos deben suponer, los escritores, a no ser que sean extremadamente famosos, tienen pensiones miserables, que apenas alcanzan para vivir, Stella no era la excepción, a pesar de eso, se las arreglaba para regalarme un plato de caldillo de congrio cada vez que lo preparaba, y que le quedaba maravilloso.

Fue invitada a Cuba, estaba tan contenta y entusiasmada con el viaje, porque por lo demás era para premiarla y editar un libro de poesías, se dedicó todo el tiempo de los preparativos para el viaje, a juntar cosas para llevarle a los cubanos pobres, papel higiénico, té, servilletas, cosas raras, que uno jamás regalaría, pero que para ella eran tesoros, contribuí también con eso, me contagió su espíritu optimista, estaba tan emocionada como ella con esta aventura. Al regreso de este viaje, llegó feliz con su librito de poesías, en un papel celeste, como un folleto, pero hermoso, el que ella valoró enormemente, por los pocos recursos con los que contaban.

Luego de 3 años de amistad diaria, me fui de ese departamento a vivir al hogar que había dejado antes y por desgracia perdimos el contacto, la misma vorágine con la que vivimos diariamente, nos impidió seguir siendo amigas, algunas veces nos topamos en el supermercado de la villa donde vivía, nos saludábamos cariñosamente y conversábamos un rato, no supe que estaba tan enferma, probablemente si hubiera sabido habría realizado esfuerzos para retomar nuestra relación.

Con estas líneas, quiero dar testimonio de la gran mujer que fue Stella, alegre, aún sin tener a simple vista razones para serlo, enojona, vehemente, esforzada, cariñosa, generosa y por sobre todas las cosas sabia, profundamente sabia. De lo privilegiada que he sido por haber recibido sus consejos, haber compartido un caldillo de congrio y un vaso de vino...


miércoles, 20 de agosto de 2008

Valparaíso

Si me hubieran preguntado hace algunos años, mi opinión acerca de Valparaíso, hubiera dicho: "horrible, pobre, feo, sucio". Sólo Viña del Mar era hermosa para mi. ¡Cómo nos vamos sacando los velos de los ojos a medida que nos hacemos más viejos!, cómo los prejuicios se apoderan de nosotros, a veces, sin siquiera saber o conocer de lo que nos están hablando.

Me tomó la mano, sacó $280 para cada uno y me subió a un trolley, esos antiguos buses con "suspensores", con piso de madera, ¡¡nostaaaalgicos!!, algo venidos a menos ahora, pero simbólicos, que aún corren, casi nadie se sube a ellos, hay metro, miles de recorridos de micros, hay miles de medios para recorrer la ciudad, te hacen ver la belleza de lo que no se alcanza apreciar a la distancia.

Con ojos críticos y sin muchas ganas, con la idea de ir pronto a Viña, me subí a uno de esos, luego a una micro chica que volaba, recorrí sus cerros de la mano de un conocedor profundo del puerto, me mostró unas callecitas estrechas, de esas que tú no sabes si cabe o no un auto, pero no importa, porque la gracia es precisamente esa, preguntarte cómo lograron dibujar una arquitectura, un paisajismo tan complejo, tan bello, donde más encima vive gente.

Luego de subir por uno de esos míticos ascensores, el Turri, donde te da la impresión de que en cualquier momento te caes y ver por sus ventanitas la maravilla del cerro combinado con el mar, me fui sorprendiendo más a cada paso que dábamos. Llegando al Cerro Concepción, cercano al Alegre (mucho más célebre) me invitó a conocer el lugar dondo había vivido gran parte de su infancia, cerca del Paseo Atkinson, rodeado por casas inmensas y preciosamente mantenidas, con flores, pintadas con unos colores que jamás te imaginarías, luego de un recodo, aparece majestuosa aquella casa, que él veía gigante en su niñez, no tan grande ya, pero igualmente invocadora de aquellos años. Mi boca sigue abierta, al lado de esta casa hay ahora una tienda de ropa fina, tejida con lana de verdad, a mano, los precios son inalcanzables, pero la entrada a ese lugar no fue para comprar algo, sino para mostarme cómo era su casa, pues esta casa es idéntica a la que fue suya. Retrocedí en el tiempo, me lo imaginé chico, flaquito, andando en bici por aquel pasaje, corriendo por los pasillos de su casa, hermosa, con techos altísimos. De verdad hermoso.

Hemos vuelto a ir, muchas veces más, incluso pasamos el año nuevo del 2007 en la terraza de la oficina de su papá frente al muelle Prat, inolvidable, inexplicable, enmudecedor. Cada vez me muestra algo nuevo y tan sorprendente como los anteriores paseos, de noche Valparaíso es mágico, desde el tren puedes ver las luces de los cerros y soñar. Es romántico, acogedor, un poco peligroso en algunas partes, por eso mismo, nunca vayas sin compañía, menos aún si no lo conoces, pero de que tienes que ir, ¡¡TIENES QUE IR!!

miércoles, 13 de agosto de 2008

El Flaco

Hace algunas semanas, casi llegando a mi trabajo, vi un perrito, muy famélico, tratando de cruzar una calle atestada de vehículos, todos locos por ir más rápido, los que ovbiamente ni siquiera notaban la presencia de este animalito. Tenía una patita lesionada, por lo que sólo se sostenía con 3 y en un estado de patente deterioro físico. Pensé... en otra época lo hubiera adoptado (cuando era chica llevaba a mi casa a cuanto perro perdido se me cruzaba por delante), qué lástima no poder hacer nada, me sentí muy miserable.

A los pocos días lo volví a ver, cojeando aún, pero un poco menos flaco, acostado junto a la reja de una casa, cuidándola, curiosamente, justo frente al ventanal de mi oficina. A medida que han pasado los días, lo he estado observando, ya no cojea tanto, me mueve su colita, se acerca a la reja que nos separa y me mira con esos ojitos con los que sólo esa clase de criatura miran.
Poco a poco ha ido sacando cuerpo, también contribuyo a su desarrollo, regalándole algún alimento de vez en cuando, lo que agradece tiernamente. Se ha convertido en el guardián del pasaje, se pasea de una casa a otra, sigue a quien ose entrar al pasaje, lo olfatea y, dependiendo de qué persona sea, le mueve la cola o le ladra, corretea perros extraños. A diario se le puede ver retozando en el pasto, rascándose la espaldita o jugando con un trozo de frazada que le sirve de cama. "Flaco" lo llama la señora de la casa del frente.

Fin de semana largo

Estamos a horas de comenzar un fin de semana largo, con lluvia pronosticada y mucho frío por venir. Otro fin de semana largo que pasaré sólo con mis hijos, nuevamente quedaré a solas con mis pensamientos, extrañando el calor de ese cuerpo, por ahora, mío. Me pregunto si lo extrañaré de verdad, si disfrutaré más de lo que sufriré. Tengo un par de panoramas para estos días, pero me está embargando la duda.
Tengo una sensación extraña, no quiero que parta solo, quiero ir con él. ¿Podrá enfriarse esta relación con la lluvia de estos días o, al igual que las velas de la foto, permanecerá candente a pesar del agua y del frío?. No lo sé. Estoy en un estado dudativo que no me hace bien. Por otro lado, tampoco tengo los medios como para decidir largar y punto, el dinero se hace agua paradógicamente, como la lluvia.
Presiento que miraré por la ventana como cae la lluvia, trataré de evocar los momentos de cercanía y caricias, lo invocaré fuertemente, quizás la telepatía existe y logro abrir ese canal de comunicación para tenerlo más cerca. Desde enero que no lo acompaño, extraño las tardes de tertulia que se armaban en esa casa, la relación que tengo con su hijita, con sus hermanas, con sus padres y su hermano. Me gustaría partir con mis hijos, de sorpresa, llegar de repente... pero es sólo una ilusión que no podrá ser realizada. Tampoco puedo ser tan egoísta de contarle lo que siento, es el fin de semana que le corresponde ver a su única hija, es su tiempo con ella, yo no puedo interferir y hacerlo sentir triste. Para eso tengo este blog, donde puedo escribir todo lo que quiera y ustedes son la vasija que recoge todo esto.


Falsedades

Tenderíamos a pensar que oriente, por su milenaria cultura, debiera tener superado el tema de la belleza física, de la superficialidad que aqueja desde siempre a occidente. Siendo una civilización tan espiritual, con tantos arraigos cabalísticos, supersticiosos y religiosos, con tanta rigidez en su estructura, en la enseñanza de sus hijos, en la defensa de su idiosincrasia. Es difícil entender lo sucedido la noche inaugural de las Olimpíadas, por un lado el tema de la guerra, del que ya realicé mi desahogo algunos posts atrás, y por otro este fraude. ¿Entenderá Yang Peiyi, "la fea", a sus poquitos 7 años, por qué su cara no era la apropiada para estar sobre el escenario?. Se mirará en el espejo y se preguntará qué problema puede provocar en las personas el que le estén saliendo sus dientes y que probablemente no estén tan derechos como los de Lin Miaoke. Por lo demás esta etapa en los niños es normal y bastante graciosa, pero que no altera para nada el timbre de voz, la entonación, la afinación, la dulzura de su canto o la gracia de sus movimientos.
¿Será que da lo mismo el sentir de esta niñita con voz de ángel?. Es probable que este hecho aún no afecte su corazón, su alma, pero tarde o temprano dejará un hueco enorme en su autoestima, cuando crezca y se de cuenta de la verdadera razón de la suplantación.

Mirando desde el otro lado, ¿qué mensaje estará elaborando Lin Miaoke en su interior? ¿Serán los valores de altruismo y humildad los que se arraigarán en su camino a la adultez? ¿Habrá entendido por qué no fue su voz la que salió por los parlantes? ¿Conocerá a Yang? ¿Será su belleza física la que cobrará mayor importancia en su vida?

Sigo protestando desde el vientre.

martes, 12 de agosto de 2008

Olimpíadas de deportes versus Olimpíadas de la muerte

El viernes 8 de agosto, mientras en Beijing, a pocas horas de su inicio, se realizaban los últimos preparativos para la gran fiesta de inauguración de las Olimpíadas, Georgia preparaba un ataque aéreo, con misiles contra la ciudad de Tsjinvali, en Osetia.

Contrastando con este hecho atroz, en China, a pocas horas de ocurrido esto, todo era expectación y felicidad, ese glamoroso día viernes 08-08-08, a las 20:08 hrs, durante 88 minutos, comenzaría el tan preparado y ansiado show, mientras en Tsjinvali, a la hora de almuerzo ya llegaban los primeros impactos, a su vez, Rusia al enterarse de este ataque arremetió contra los primeros atacantes, provocando lo que todos ya sabemos. Comenzaba una nueva guerra, otra incomprensible decisión de algunos hombres, otra vez tendremos que llorar la muerte de niños, abuelas, madres, padres, niñas, abuelos, mujeres. Seguramente, se reclutarán a jóvenes para que defiendan, no sus vidas, sino los intereses de unos cuantos.

Seguramente, de nuevo tendremos que soportar la presencia del gran defensor de las guerras, del procurador eterno de los conflictos del mundo, del gran dueño del mundo, al que no voy a nombrar por temor a que provoque una acción bélica en este pacífico sitio.

Las naciones unidas no pudieron detener este aberrante hecho porque "no estaban todos su miembros de acuerdo". No puedo entender en qué cabeza puede estar siempre la semilla del enfrentamiento, la poca capacidad para negociar y tratar de llegar a algún acuerdo, aunque sea medianamente satisfactorio para todos, no entiendo como hay personas que no tengan ni el más mínimo aprecio por la vida, pero por sobre todas las cosas, por la vida de los inocentes, de los que no quieren morir porque no han empezado todavía a caminar, de mujeres que no podrán entender por qué sus compañeros ya no están más a su lado, o las casas que habían construido con esfuerzo y amor, están en el suelo, convertidas en escombros o en cenizas.

Esto es una protesta que viene desde el centro de mi vientre, incontenible.

lunes, 11 de agosto de 2008

Chaitén

Hoy amaneciste oscura,
bajo un manto cenicieto incierto,
ruidos amenazantes te movían.
El río que te lavó la cara,
que te limpió el cuerpo,
ese que fue orgullo,
hoy se te vuelve agresivo,
destructor, avasallador, demoledor.

Chaitén, te duermes bajo un manto de lava.
Chaitén, te inunda la ceniza ardiente.
Chaitén, pueblo acogedor hoy muere.
Chaitén, no te quieras alzar indolente.
Chaitén, no provoques la furia de ese monte.
Chaitén, tu historia fue.

Chaitén, renace de las cenizas calientes,
en otra tierra generosa, lejos de los rugidos,
donde tu gente duerma nuevamente en paz.

Amor de madre

El fin de semana estuve ordenando miles de papeles amarillos, con ese impregnante olor a guardado, fotos lindas, negativos, etc... y aparecieron cosas muy, pero muy antiguas: escritos en una de esas arcaicas máquinas mecánicas de escribir, en las que no podías equivocarte, en las que cada error era fatal. Mi corazón dio un salto, no me acordaba de lo antiguas que son mis palabras, de lo antiguos que son mis sentires y mis versos. Luego de leerlos, volver a sentir el nacimiento de mi primera hija, la llegada de su menarquia, la separación que más me costó asumir y reflexionar sobre la juventud que me invadía en esos momentos, lo niña que era, decidí mostrárselos a mi mamá. No dijo nada, se quedó muda, me miró por sobre la hoja y sólo una lágrima leve salió del costado de sus ojos, tímidamente. Me preguntó por el autor de esas hojas amarillas, se mostró incrédula al saber que eran originales, escritos por la que tenía al frente hacía más de 25 años. Sorpresivamente, los tomó y se los guardó. Pensé que quería leerlos con más calma, pero no, los escondió y me pidió que no se los mostrara a nadie, porque eran muy valiosos, me ordenó que recopilara todo lo que había escrito, me rogó que no publicara nada en internet (porque alguien me los podía robar) y que ella se encargaría de hacer un libro y publicarlos.
Luego de ese acto maravilloso de amor, no pude más que sonreir y agradecerle infinitamente por valorar de esa manera este gusto por escribir que me acompaña desde muy antiguo y que a ratos se esconde, luego aparece y nuevamente se esconde, si encuentra alguna clase de oposición, simplemente se duerme, pero luego aparece con más fuerza y cada vez menos tímidez.
Luego de este bello acto de fe y valoración filial, he decidido escucharla, por eso retiraré los poemas que están en este blog, hasta nuevo aviso, no vaya a ser cosa que tenga razón y estén frente al próximo premio nacional...

viernes, 8 de agosto de 2008

Muñeca de Trapo (La oreja de van Gogh)

La letra de esta canción, más la interpretación de la vocalista del grupo, me sobrecoge, define el silencio tal cual se siente, al menos tal cual lo siento, plasma la sensación de cárcel que se siente cuando se ama, pero algo está funcionando mal y el estado en el que quedamos cuando estamos amando y sentimos que la relación está decayendo, como una muñeca de trapo...

Está también el link para quien quiera escucharla.
Como esos cuadros que aún están por colgar,
como el mantel de la cena de ayer,
siempre esperando que te diga algo más
y mis sentidas palabras no quieren volar.

Lo nunca dicho se disuelve en un té,
como el infiel dice nunca lo haré,
siento que estoy en una cárcel de amor,
me olvidarás si no firmo mi declaración.

Me abrazaría al diablo sin dudar
por ver tu cara al escucharme hablar,
eres todo lo que más quiero,
pero te pierdo en mis silencios,
mis ojos son dos cruces negras
que no han hablado nunca claro,
mi corazón lleno de pena,
y yo una muñeca de trapo.

Cada silencio es una nube que va,
detrás de mí sin parar de llorar,
quiero contarte lo que siento por ti,
y que me escuche hablar la luna de enero
mirándote a ti.

Me abrazaría al diablo sin dudar,
por ver tu cara al escucharme hablar,
eres todo lo que más quiero,
pero te pierdo en mis silencios,
mis ojos son dos cruces negras,
que no han hablado nunca claro,
mi corazón lleno de pena,
y yo una muñeca de trapo.

No tengo miedo al fuego eterno,
tampoco a sus cuentos amargos,
pero el silencio es algo frío,
y mis inviernos son muy largos,
y a tu regreso estaré lejos,
entre los versos de algún tango,
porque este corazón sincero,
murió en su muñeca de trapo

miércoles, 6 de agosto de 2008

Amor


Desde el recodo del nacer de mi deseo,
se espigan incipientes tus besos,
acalorando la neblina de los días
nublando el rencor de mis abrazos.

Te huelo, satisfecha de tenerte,
me abandono al dulzor de tus caricias,
me sumerjo en la calidez de tus urgencias,
zozobro,
olvidando el dolor de algunos días.

Ahuyento los saludos amistosos,
ignoro el consejo bien sabido,
arguyo el amor por sobre todo
invocando el placer de tanta historia.

Confío en mi instinto complacido,
recurro a la complicidad de nuestros cuerpos,
al infinito unísono de los orgasmos,
al incansable olor reconocido,
al delicado sabor que nos deleita,
al sinuoso movimiento que se acerca.

Me supongo plácida,
te percibo épico,
nos advierto monorrimos,
nos presumo perpétuos.

martes, 5 de agosto de 2008

Sequedad


Muchas veces al estar frente al teclado, me invaden tantos pensamientos, desordenados y confusos, que no sé finalmente ordenarlos y desconfundirlos...... Las ideas pasan delante de mis ojos, delante de mi cerebro, pero... pasan... no se alojan, no pernoctan...
Es tan insólito que a veces al leer algo que siento que estuvo hecho para mi, todo se ordena como si fuera el combustible de mi creatividad. Ayer, por ejemplo, leí un "reclamo" de "Mi ser", fui a su blog, leí en ese sorprendente lugar, un post que se llama "Hoy me han adornado el amanecer con una receta de aromas deliciosos" y sin siquiera pensar me salió un comentario en verso, que cuando acabé de escribirlo quedé paralizada, salió de lo profundo de mi corazón, tardé tan sólo unos minutos en relatar eso que movió mi espíritu. Sentí que sus palabras eran para mi, como muchos otros que ha escrito esta caja de pandora -como dice mi hermana-, que ovbiamente no lo son, pero tienen esa magia preciosa que enciende la sequedad de mi creación.