domingo, 17 de mayo de 2009

Una noche bella


¿Hay algo más placentero que estar junto a las personas que más amas? Estoy segura que la respuesta será sí, un gran y unísono SÍ. Pues bien, hace algunos días estuve de cumpleaños, ese día fue uno de los mejores de mi larga vida, recibí mucho cariño de personas que no esperaba y lógicamente el amor incondicional de mi querida familia y de mis entrañables amigas y amigos. Como si eso fuera poco, el sábado se reunieron en mi honor mis hijos, los que aparecen en esa bella foto besándome, mi madre, mi pareja y mis dos amigas más queridas.
Fue una noche hermosa, llena de buena onda, buenas vibras, amor y diversión. Mi hija mayor se encargó de todos los preparativos, para que yo no hiciera nada, mi hermana trajo su especialidad culinaria, la que vino a complementar con todo lo demás, fue el broche de oro. Nos reímos, recordamos cosas divertidas que nos habían pasado.
No tengo más que agradecimiento y emoción por esa noche, en la que me sentí como una reina.

lunes, 11 de mayo de 2009

La Revelación de unas gafas


Duro es, cuando la realidad se te presenta de sopetón, sin que tú le hayas abierto la puerta para invitarla a pasar. Pues así me sucedió anoche, la intrusa vino y se quedó, sin que yo pudiera evitarlo. Me sentí como Mr. Magoo, trataba de leer un libro de Isabel Allende, con letras bastante pequeñas (hasta hace un corto tiempo no reparaba en ese detalle), no podía ver bien las letras, lo que me desconcertó. Medité un rato y recordé que hacía algún tiempo un oftalmólogo me había recetado gafas para leer de cerca. Nunca las había usado, no pensaba que las necesitaría, ni siquiera tenía idea de dónde estaban. Di vueltas mi velador, donde no sólo las encontré, sino que aparecieron cosas que creía perdidas, esto suele sucedernos a las mujeres, incluso a veces en nuestras carteras aparecen inesperadamente ese tipo de cosas, las que buscamos largo tiempo y sólo encontramos cuando no buscamos.

Debo confesar que me costó trabajo reconocer que me podrían ayudar a leer, así que demoré un rato en ponérmelas, las limpié con su pañito agamuzado, las miré con desconfianza y las volví a poner en su estuche. Nuevamente traté de sumergirme en la lectura, me acerqué el libro, lo alejé, acerqué la lámpara de noche hasta casi quemarme con la ampolleta... nada podía hacer que mis ojos enfocaran bien para juntar las palabras y entender lo que leía. Finalmente decidí usarlas, grande fue mi sorpresa cuando las letras se separaron, se volvieron nítidas y pude leer sin ningún problema, volver a sumergirme en esas letras que tanto me gustan y me hacen soñar. Hacía mucho tiempo que no sentía la necesidad de leer, no sé si será porque mientras estuve enferma, no podía concentrarme y tenía que dejar a un lado el libro, con mucha impotencia, con mucha rabia. Prefería no leer a tener que releer todo porque no había entendido nada...
Afortunadamente, mi hábito está volviendo a ser una necesidad, vuelvo a elevarme con los escritos tan bellamente mostrados, vuelvo a sentir que las letras y yo somos amigas. Espero que estas gafas también se conviertan pronto en mis amigas, no sienta que se me vinieron los años encima, no sienta que envejezco sin ojos, sería el peor castigo que pudiera recibir.

viernes, 8 de mayo de 2009

El tren del encuentro

Un viaje inesperado resultó de una conversación muy animada y divertida sobre los paseos pasados que habíamos realizado hacía algunos años. Recordamos los viajes flash que realizábamos bastante seguido en tren, con los niños a bordo. Lo más lejos que habíamos llegado era a una ciudad a 140 kilómetros de Santiago, llamada San Fernando. Esa vez fuimos en verano con los tres niños y estuvimos 3 horas sólamente, disfrutando de la hermosa plaza de armas de esa ciudad, en la que habían unos autitos a pedales para que los niños la recorrieran en su plenitud, también el viaje en tren los había dejado encantados, no se cansaban de correr entre los asientos por el amplio pasillo que ofrecen estas hermosas máquinas, llevados por el vaivén y el característico sonido de los fierros.
Otro viaje que habíamos realizado fue a otra ciudad cercana a Santiago: Rancagua, en esa oportunidad sólo fuimos a un súpermercado, anduvimos en un bus que nos acercó al centro comercial. Fue un loco viaje por 1 hora, pues habíamos partido algo tarde desde Santiago y la frecuencia de trenes nos impedía volver más tarde. Viaje muy parecido al que realizamos la semana pasada, los dos solitos.
Hace algunos años, los itinerarios de trenes eran muy variados, salían muy seguido y muy hacia el mítico sur de Chile, había coches cama, dormitorios con camarotes muy cómodos, comedores con deliciosos platos para degustar. Lamentablemente, un fraude en la administración de la empresa que estaba a cargo, destruyó casi por completo la posibilidad de viajar en estos nostálgicos trenes. Se levantaron los rieles que conducían a estos mágicos lugares, escondidos en antiquísimos bosques de robles, araucarias, canelos y tantos otros. Para los amantes de estas enormes enginas ha sido un golpe demasiado doloroso. Es inexplicable esta situación, un medio de transporte tan limpio, relegado al olvido y al deterioro. Tanto es así, que se han suspendido los históricos trenes que hacían sus viajes hacia el norte, incluso uno que corría sólo a 30 kms. por hora y que su destino era la cuidad de La Paz, en Bolivia. Este viaje lo realizaban personas que venían desde Bolivia a Chile y viceversa, con productos para vender en uno y otro lugar. También lo tomaban personas que les gustaba la aventura y conocer parajes que con ningún otro medio de transporte se lograban observar.
Ahora existen algunos recorridos, de los muchos que se ofrecían. Uno de ellos es la ruta del vino, que sale desde la turística Viña del Mar y recorre parajes hasta llegar a la región de Colchagua, conocida por sus maravillosos vinos. Este hermoso viaje es inalcanzable para la mayoría de las personas que, como nuestra familia, no pueden gastar ni la cuarta parte del costo. Está diseñado para turistas europeos, norteamericanos, asiáticos y australianos; es impensable que nuestro patrimonio de desmorone de esa forma, quitándonos la posibilidad de volver a soñar con viajes largos y recorrer parajes maravillosos que desde la carretera no se ven, cruzar por puentes de fierro, donde el vértigo a veces me juega malas pasadas. Al fin y al cabo, una empresa que fue en algún momento del estado, con todas la dificultades que ello acarreaba al ser traspasadas a manos privadas hubo sólo despilfarro y destrucción.
Esperamos que en un futuro no tan lejano, se vuelvan a zurcar los rieles de nuestro querido Chile