jueves, 30 de abril de 2009

Hojas rojas

El otoño este año tardó algo en presentarse, con sus colores tibios augurando el inmenso frío que nos regalará. Desde mi ventana puedo observar los árboles comenzando a desnudarse, entregándonos un paisaje hermoso que nos hace pensar en la maravilla de su vida. Tras un largo y caluroso verano el viento se hace cada vez más penetrante.




Volviendo de un corto viaje fuera de Santiago, miré por la ventana los viñedos pintados de rojo, cual ejército se presentaban imponentes y preciosos, podía sentirlos marchando ordenadamente por el valle. El recogimiento que me hicieron sentir, me hizo olvidar mi desprecio por el frío, fue un remezón de cordura, una bofetada en el rostro que me hizo pensar que debía disfrutar la escena y dejar de aborrecerlo, me habló al oído tiernamente, con su halo fresco, traspasó mis sentidos, cambió mi apreciación, revolucionó mi mente y mis huesos, los que duelen profundamente con el frío de su soplo.

Las pinceladas se impregnaron en mi retina, luego de cruzar un largo túnel que me volvía a la realidad citadina. En la ciudad es escasa la posibilidad de ver tan bello escenario, con la plenitud que regala la inmensidad de los valles.

lunes, 27 de abril de 2009

Mi auto-bienvenida

Llevo ya una semana incorporada, a media máquina, a mi querido trabajo, destinada a otra localidad de Santiago, más cerca de mi casa, que cumple con algunas característias que la hacen adorable. Estoy trabajando con dos compañeros que me entienden y no me presionan para nada. En un trabajo como el que desempeño eso es varolable y tranquilizador, debido a que después de 3 meses de licencia médica me ha costado recordar todos los temas que tenía a mi cargo.

Afortunadamente, de a poco mi mente empieza a aclararce y a desear estar con todos mis sentidos volcados en esta labor que me gusta tanto, en la que siento que aporto con cosas concretas, con un granito de arena, a aliviar la pena y desazón con la que las personas agredidas llegan frente a mi.

Espero con paciencia yo también, volver a tener el lugar que dejé al enfermarme, ese lugar premiado con elogios y palabras de apoyo. A veces es necesario recibir estímulos, recibir el cariño verdadero de quienes te conocieron sana, siempre con la dispocisión para ayudar y lograr una acabada manifestación de mis atributos.

Extrañaba escribir en este sitio, extrañe mucho a mis amigos, con los que retroalimentamos nuestra pasión por las letras, con los que logramos hurgar en sus sentimientos y, por cierto, en los míos también.

Me doy la bienvenida, me doy la oportunidad de reintegrarme y revertir cualquier comentario que podría haber salido de personas que no me conocen y que no hacen más que hacer daño y poner en el tapete situaciones falsas, las que son difíciles de manejar, en resumen, lograr ponerles un tapabocas, que se traguen sus palabras y que tengan que reconocer que no me estaba haciendo la enferma.

viernes, 17 de abril de 2009

Volviendo al mundo

Después de una larga ausencia, luego de un "fuera de servicio" difícil, vuelvo hoy a mi trabajo. Fui a conversar con mi jefa ayer y fue tan linda la recepción de mis compañeros y de ella misma, que me emocioné mucho. No esperaba que hubiera provocado tanta preocupación en ellos, lo cierto es que comprobé, así como con mi familia, que soy querida y que las personas que me rodean me extrañan y me quieren de vuelta sana.

Supe que, durante mi reposo médico, habían habido cambios en la estructura en mi equipo de trabajo, uno de ellos, el más importante, que me habían trasladado a una de las fiscalías de la región mucho más tranquila que las otras, con menos profesionales que atender, más cerca de mi casa, lo que me facilita enormemente el desplazamiento.


Mi doctora me pidió que me tomara las cosas con calma, que recuperara mis funciones de a poco, no es menor el tiempo que estuve fuera, fueron 3 meses en los que me olvidé completamente de ese tema. Le comenté a mi jefa este consejo, lo comprendió y me aseguró que me esperaría, como lo había hecho hasta ahora, que estaba segura que muy pronto volvería a desempeñarme como antes.


Estoy como una niña en su primer día de colegio, muy ansiosa, desperté muy temprano y comencé a preparar todo para llegar a la hora y comenzar a ordenar todo, incluso mi cerebro. Mi incorporación será, en un comienzo, por unas pocas horas, lo que me permitirá estar tranquila con el horario. Debido a los medicamentos que tomo, se me hace difícil despertar en las mañanas y no sólo eso, no lo hago con toda la energía necesaria para retomar por completo mis labores.


Unos días antes de salir de la clínica, sentí que ya no debía estar más allá, comenzaron a darme ganas de trabajar, siempre me ha gustado mucho mi trabajo, por lo que me hace muy feliz volver a retomarlo. Mis hijos, mi mamá y mi hermana no están tan felices por mi vuelta, en estos días de licencia, pudieron estar junto a mi mucho más tiempo que antes. Extrañarán esos días en los que podían hacer planes conmigo, los que yo también disfrutaba, pero es hora de volver a la realidad, de sacudirme, de sacarme la venda de los ojos, de levantar mi frente y disfrutar también de mi trabajo.


Hoy será un día decisivo para mi, me reencontraré con mis compañeros, volveré a disponer de los lugares que se me asignen para realizar lo mejor posible mi actividad que, en gran parte, es de una gran ayuda social. También trataré de retroalimentarme para sentirme nuevamente una mujer útil y completamente recuperada. Como dice en esa serie de dibujos animados "Pinky y Cerebro"... ¡¡esta noche Pinky saldremos a conquistar el mundo!!, no espero tanto pero al menos salir a conquistar mi espacio...

jueves, 9 de abril de 2009

Camino a Quilpué

Después de algunos meses de no aparecer por la casa de la familia de mi amor, decidimos partir mañana temprano. Estoy entusiasmada con el viaje. En realidad, estoy entusiasmada con varias cosas, entre ellas volver al trabajo, llevo ya tres meses y es agradable volver a sentir la necesidad de hacer cosas. La última vez que fui a Quilpué mi ánimo era bastante distinto al que me mueve hoy.

Tengo muchas ganas de ver a mis suegros, cuñadas, cuñado, niños y obviamente a la hijita de él. Me siento tan bien acogida, siento tanta preocupación en sus atenciones, crean un ambiente tan agradable que dan ganas de volver. Voy con altas expectativas, con el ánimo de devolver la mano a tanta preocupación. Además, han seguido el transcurso de mi salud con real interés. He recibido muestras de apoyo y saludos de cariño a través de mi amor.

Luego les cuento cómo salió todo, aunque visualizo que será un fin de semana muy entretenido y lleno de cariño.

miércoles, 8 de abril de 2009

Regreso a casa


Luego de un largo "fuera de servicio" mental, he decidido volver a contactarme con el mundo. Primero que nada, agradecer las múltiples muestras de cariño y solidaridad hacia mi persona. La sensibilidad de las personas que amamos las letras logró comprender la dimensión de mi ausencia. Han sido hermosas y sentidas las palabras de apoyo y buena onda, de verdad no esperaba tanto, pido disculpas por haberlos subestimado.

Quiero contarles que he estado bastante enferma, a mi doctora le costó dar con la dosis precisa para mantenerme compensada. De hecho tuvo que internarme en una clínica para poder tener un mejor manejo de los remedios. Me costó mucho volver a este mundo. Gracias a la estadía en ese lugar que, para muchos, podría representar el infierno mismo, para mi fue clarificadora, intensa y, sin duda, una experiencia profunda y fuerte.

Pude darme cuenta de la inmensa cantidad de personas con problemas graves de salud, dejados a su suerte por años y años, constaté la entrega que día a día nos brindaban las enfermeras y auxiliares de ese lugar, pendientes de cada uno de nosotros. Escuché historias espeluznantes, algunas otras tristes, pero la mayoría hablaban de soledad y desesperanza, en algún momento sentí que no pertenecía a ese lugar, que estaba mal usando ese servicio médico. En otros momentos me sentí muy sola, a pesar de que todos los días me visitaba mi familia y mis amigos. En situaciones extremas, como las que me hicieron caer en esa clínica, puedes estar rodeada de miles de personas, pero la soledad se anida en tu ser sin piedad.

Estuve 17 días allí, algunos pasaban muy rápido y otros lentos y amargos. En un comienzo me aislé, no quería conversar con nadie, incluso estuve los dos primeros días acostada, sin comer nada, sin ducharme, sin formular palabra. Luego me di cuenta que si no ponía algo de mi parte estaría allí mucho tiempo. Decidí participar en las actividades programadas especialmente con fines terapéuticos, cada una de ellas tenía un propósito, desde biodanza hasta actividades manuales, como dibujos, mandalas, chocolatería, bisutería y mosaicos.


La primera vez que participé me incorporé a un grupo que realizaba biodanza, por un rato muy cortito, luego de eso cada una de las personas se dirigía a distintos talleres, observé con detención lo que hacían. Me llamó mucho la atención el taller de mosaicos, el terapeuta era un hombre bondadoso, de mirada transparente, de modales suaves y palabras que invitaban al entusiasmo. Comencé a mirar una revista del tema, habían hermosos trabajos que me parecían realizables. Le consulté si era posible participar de ese taller, me mostró los materiales, me pidió que escogiera algún modelo, me enseñó las técnicas básicas y me instó a comenzar algo simple.

No sé cómo me vi seducida por las texturas de las teselas, por sus colores vivos, me entusiasmé como hacía tiempo sentía y comencé a hacer un espejo rodeado de pedacitos de cerámica, de distintos colores. La creación se me hizo fácil, como si siempre hubiera hecho esa actividad, cada momento que pasaba se me ocurrían más y más ideas para agregar a mi modelo. Los días que no había ese taller me sentía muy vacía, necesitaba estar con, mi delantal puesto, mis herramientas y mi obra. El resultado fue una hermosa combinación de colores, con flores y hojas verdes que jamás hubiera imaginado hacer. La segunda semana de claustro mi médico me autorizó a salir el fin de semana a mi casa, en un principio no quería, pero luego me di cuenta que sería una prueba de fuego para mi posterior salida. Ese fin de semana compré algunas herramientas básicas. No fue tan buena esa salida, me sentí perdida, perseguida, vigilada y coartada, era natural, no podían dejarme sola...

Tanto fue el entusiasmo, que el día anterior a mi alta, sentía que ya no tenía que estar más allí, necesitaba salir, con el propósito de comprar más cosas para poder realizar esa labor fuera de allí. Ahora estoy llena de teselas de colores hermosos, pegamentos, muchas herramientas que ayudan a expresarme en este mundo desconocido y fascinante del arte, de la creación más allá de los problemas y de mis dolencias. Puedo pasar el día entero en eso, feliz, no me aburro, no me impaciento, no me exijo. Sólo dejo que fluyan los colores y las texturas en mi cabeza, sobre la madera, sobre el dibujo que elegí o creé yo misma.

Me siento agradecida de haber estado en ese lugar estigmatizado por el mundo que no comprende que a veces no podemos seguir adelante sin un empujón, que piensa que todas las personas internadas son locas o insanas. Aunque aún no estoy del todo repuesta, encontré un desahogo a mis horribles pensamientos, encontré un alivio a mi dolor y la tranquilidad que había perdido.