viernes, 8 de mayo de 2009

El tren del encuentro

Un viaje inesperado resultó de una conversación muy animada y divertida sobre los paseos pasados que habíamos realizado hacía algunos años. Recordamos los viajes flash que realizábamos bastante seguido en tren, con los niños a bordo. Lo más lejos que habíamos llegado era a una ciudad a 140 kilómetros de Santiago, llamada San Fernando. Esa vez fuimos en verano con los tres niños y estuvimos 3 horas sólamente, disfrutando de la hermosa plaza de armas de esa ciudad, en la que habían unos autitos a pedales para que los niños la recorrieran en su plenitud, también el viaje en tren los había dejado encantados, no se cansaban de correr entre los asientos por el amplio pasillo que ofrecen estas hermosas máquinas, llevados por el vaivén y el característico sonido de los fierros.
Otro viaje que habíamos realizado fue a otra ciudad cercana a Santiago: Rancagua, en esa oportunidad sólo fuimos a un súpermercado, anduvimos en un bus que nos acercó al centro comercial. Fue un loco viaje por 1 hora, pues habíamos partido algo tarde desde Santiago y la frecuencia de trenes nos impedía volver más tarde. Viaje muy parecido al que realizamos la semana pasada, los dos solitos.
Hace algunos años, los itinerarios de trenes eran muy variados, salían muy seguido y muy hacia el mítico sur de Chile, había coches cama, dormitorios con camarotes muy cómodos, comedores con deliciosos platos para degustar. Lamentablemente, un fraude en la administración de la empresa que estaba a cargo, destruyó casi por completo la posibilidad de viajar en estos nostálgicos trenes. Se levantaron los rieles que conducían a estos mágicos lugares, escondidos en antiquísimos bosques de robles, araucarias, canelos y tantos otros. Para los amantes de estas enormes enginas ha sido un golpe demasiado doloroso. Es inexplicable esta situación, un medio de transporte tan limpio, relegado al olvido y al deterioro. Tanto es así, que se han suspendido los históricos trenes que hacían sus viajes hacia el norte, incluso uno que corría sólo a 30 kms. por hora y que su destino era la cuidad de La Paz, en Bolivia. Este viaje lo realizaban personas que venían desde Bolivia a Chile y viceversa, con productos para vender en uno y otro lugar. También lo tomaban personas que les gustaba la aventura y conocer parajes que con ningún otro medio de transporte se lograban observar.
Ahora existen algunos recorridos, de los muchos que se ofrecían. Uno de ellos es la ruta del vino, que sale desde la turística Viña del Mar y recorre parajes hasta llegar a la región de Colchagua, conocida por sus maravillosos vinos. Este hermoso viaje es inalcanzable para la mayoría de las personas que, como nuestra familia, no pueden gastar ni la cuarta parte del costo. Está diseñado para turistas europeos, norteamericanos, asiáticos y australianos; es impensable que nuestro patrimonio de desmorone de esa forma, quitándonos la posibilidad de volver a soñar con viajes largos y recorrer parajes maravillosos que desde la carretera no se ven, cruzar por puentes de fierro, donde el vértigo a veces me juega malas pasadas. Al fin y al cabo, una empresa que fue en algún momento del estado, con todas la dificultades que ello acarreaba al ser traspasadas a manos privadas hubo sólo despilfarro y destrucción.
Esperamos que en un futuro no tan lejano, se vuelvan a zurcar los rieles de nuestro querido Chile

1 comentario:

Clarita dijo...

Es bonito viajar en tren, a mi me parece la manera más especial de viajar, puedes leer, observar los paisajes, charlar con gentes de todos lados...Tiene un algo especial que hace que me encante frecuentarlo!
Espero que vuestro tren vuelva y puedas contarnos nuevas aventuras de tus viajes en él!
Un besote enorme cielo, cuidate mucho y no dejes de sonreir