martes, 22 de julio de 2008

Ellos, los otros

Ojos hinchados, alergia dice mi mamá, la verdad es que siempre he sido alérgica a todo, rápidamente pide hora a una dermatóloga, la niña tiene una alergia salvaje, pobrecita, parece un monstruito. Día de la cita, doctora con su tono serio y solemne, dice: "señora, su hija tiene una alergia algo extraña, haremos un pregnosticón" (test de embarazo). Mi madre, inocente, pensando que su niña (de 19 añitos) lo era también, creyó que era un simple examen de orina. Mayúscula sorpresa cuando vamos con examen en mano donde la facultativa y nos dice, sin anestesia, que estoy embarazada. Mi pobre progenitora casi se cae de la silla, se le vino el mundo abajo, partiendo porque no sabía como planteárselo a mi papá, un señor estricto, machista, autoritario y mal genio. Finalmente, después de la tole-tole que causó en la familia tan magna noticia, el retoño es aceptado y querido. Mis padres planifican mi casorio. Me caso con el padre de mi primera hija (ahora de 24), dura un suspiro. Nace mi hermosa bebita, un día de diciembre, entre pascua y año nuevo. Es tan bella, tan dulce. Despierta mis más tiernos sentimientos, la acurruco, la beso, me la como a besos, la muerdo, es deliciosa. Aunque no pude amamantarla todo lo que hubiera querido, siento que es parte de mi propio cuerpo, mi sol.

Sigo viviendo con mis padres, trabajo en varias partes, finalmente entro al Hospital Paula Jaraquemada, buena cosa, tengo jardín infantil para mi princesita. Allí conozco a un estudiante de medicina, mi niña tiene 6 meses, me enamoro (creo que nunca he amado así), se recibe de doctor, nos vamos a vivir juntos los tres. Era tanta la felicidad a pesar que corrían tiempos difíciles, la época más represiva de la dictadura, eramos muy soñadores, muy comprometidos con todo, también muy arriesgados, desaparecían nuestros amigos, no se podía confiar en nadie, estábamos juntos, enamorados, era todo lo que necesitábamos.

Un día de marzo de 1986, dejo a mi niña donde mi mamá, es el día de la mujer, voy decidida a protestar contra la dictadura a la Plaza Italia, éramos muchas, nos moja el guanaco, nos detienen. Subimos a un bus de los represores, hediondo y sucio, nos tiran al suelo y se pasean sobre nosotras con sus pesadas botas, no toquetean y varias cuadras más abajo nos liberan. Voy al médico porque no me siento bien, estoy embarazada. Soy muy feliz, mi amor lo es también, vivimos el embarazo con una gran esperanza, le hablamos, le cantamos, nos amamos más aún. A pesar de los golpes que recibí ese día de marzo, mi bebé viene sano. Nace mi niño un día de octubre, a las 4 de la mañana, no había ningún médico que me atendiera, llega el anestesista tardísimo, me pone la epidural cuando estoy con los pujos, no me hace efecto, así que mi chanchito nace al natural, un solo grito y sale. Es lindo, peludo, peludo, pero lindo, gordito y mamón. Nuestra felicidad era máxima, no recuerdo haber vivido días más felices que esos, con mi amor siempre a mi lado, siempre presente, yo para él y él para mi.

Las cosas empiezan a cambiar, empieza a gustarle el dinero, ya no me ama como antes, no me siento querida. Rompemos la relación después de varios años, me voy a vivir sola con mis niños a un departamento chiquito, cerca de mi mamá. Tenemos varias recaídas en esta separación, yo aún lo amo. Después de varias conversaciones, vuelvo a vivir en la casa que compartía con él, él se va a vivir con un amigo. De a poco se me va pasando este amor.

Mis niños ya están grandes, lo pasamos muy bien los tres, salimos a pasear mucho, conversamos, cantamos canciones de Silvio, cómo será que mi hija mayor todavía se acuerda cuando le cantaba Mariposas, se emociona y se acuerda de esos días. Estaba sola, vivía sólo para ellos.

En junio, hace 13 años, un compañero de mi hijo lo invita, sólo a él, a celebrar su cumpleaños a Fantasilandia, lo pasa a buscar el papá de este amigo. A la vuelta, los invito a pasar, les ofrezco una taza de café al papá y una bebida al niño, se quedan hasta muy avanzada la noche. Desde ese momento no nos separamos más, comenzamos a vivir un romance fulminante, pololeamos 15 días, decidimos vivir juntos. Después de dos años de vivir un hermoso romance, me embarazo de mi niña, de mi otra angelita, es muy esperada, la buscábamos con ansias. Mi papá me lleva a la clínica. Nace un caluroso día de enero, una gordita, larga, larga, hermosa y peluda, peluda como su hermano. Nuevamente soy feliz, amo a este hombre grande y cariñoso, aunque demasiado celoso. Ya las cosas no están tan bien, empiezo a desenamorarme y, lo que es el destino, a dos años de nacida mi bambina, me embarazo nuevamente, no quería, no me atrevo a contarle a nadie, lo guardo bajo secreto de estado, hasta que mi mamá se da cuenta y me hace recapacitar y amar a esta cosita que crece dentro mío. A los 7 meses de embarazo, voy al médico a un control de rutina y me dejan hospitalizada, mi bebito no está produciendo líquido amniótico, es grave, hay que sacarlo. Me operan a la mañana siguiente, un día de noviembre, nace un hermoso bebé, muy pequeñito, parece un ratoncito, le colgaban sus piernitas. Llega la enfermera y me lo quita, tiene la bilirrubina por los cielos, una enfermedad hemolítica, casi muero de pena, de culpa, por no haberlo querido desde el comienzo, se lo llevan a neonatología, lo tienen en fototerapia, con su potito parado y con lentes, tengo que ir a amamantarlo allá, siento mucha rabia, mucha impontencia por tener un RH incompatible con mi niño. Se recupera bien, somos felices por un tiempo más.

Comienzan a aflorar los problemas, aguanto 7 años más, pero mi desamor es evidente y decido un día de julio del año 2005, irme. Abandono a este hombre que me adora, pero al que ya no amo. Vuelvo a vivir con mi madre, las cosas no van bien, mi hija mayor decide irse a vivir sola, siento un desgarro en el corazón, me cuesta mucho aceptarlo, pero no puedo hacer otra cosa, tengo que estar con ella, la amo, es mi partner, mi amiga. La extraño tanto. Mi hijo decide ir a vivir con su padre, me deprimo, lloro de impotencia por no poder ofrecerles un hogar donde estemos todos juntos. En 6 meses se me desarma la familia, lloro y seguiré llorando...Ellos son los otros, los que me roban el corazón, por los que decido seguir viviendo.

5 comentarios:

Don Pepe dijo...

Ellos son la luz de tu ser y tus incondisionales fans, aprovechalos lo mas que puedas...

decisiones para la vida dijo...

Pepito:
He leído cada uno de tus lindos comentarios, no sabes las ganas que tengo de verlos, a ti, a la Virgit, a la Yoly y, lógico, a la Mammagrande!!! Gracias por tus palabras.

Anónimo dijo...
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Luzjuria dijo...

Lindos ... tan bellos, tan tuyos, tienes cuatro razones hermosas para vivir, continuar con la lucha del día a día, construir, amar, para y por ellos ...

Manita te quiero

epistolario segun san alvaro dijo...

lo importante es lo que la gente te deja.