martes, 30 de septiembre de 2008

Carta a quienes me sobrevivan


Dejo de respirar, la vida me abandona, la vida me ahoga... Desde esta inspiración que me llega de la oscuridad, los saludo, tranquila. Debo preparar todo para este viaje, no dejar ningún cabo suelto. Empezaré por orden:
- A mi madre, le doy las gracias por haberme querido tanto, haberme soportado a mi y a mi extraña forma de vivir. A ella le lego todas mis poesías, mis palabras íntimas, mi más escondido pensamiento literario, para que las guarde en su baúl de reliquias. Sé que ella discriminará quiénes podrán verlas y quiénes no. Sabrá entregarlas en el momento preciso, a las personas que las requieran. Le dejo en un cofre de madera todas las joyas de mi amor por ella, de mi admiración por su forma de ser madre y abuela, le dejo mi arca sin dinero para que la llene con las lágrimas que derramará cuando me vaya.
- A mi hermana, le agradezco su hombro, su rincón siempre tibio y acogedor que me recogió siempre de mis tantas caídas. A ella le dejo mis secretos más lujuriosos (luzjuriosos), mi vida en libertad, mi vida en-musicada, mi vida de saltamontes. Le dejo mis lágrimas con el corazón destrozado, de mujer en decepción. Le dejo mi muy mala interpretación guitarrística, mi muy poco talentosa forma de cantar, mis suspiros y mi gusto por el vino blanco. Le dejo en una bolsita de terciopelo todo mi amor, para que lo huela cada vez que me extrañe.
- A mis hijos, les pido perdón por no haber sabido mantenerlos a mi lado, por haberlos obligado a valerse por ellos mismos, sin mi regazo tibio para acogerlos todos los días. Les ruego perdón por haberlos hecho sufrir por mis siempre constantes desequilibrios. Les agradezco por ser como son, transparentes, espontáneos, buenos, alegres y querendones. Les dejo la responsabilidad de jamás permitir su separación, jamás permitir la indiferencia y la despreocupación del uno por el otro: les insto a exigir esa condición. Les dejo las pocas enseñanzas que pude darles, los valores sobre los cuales mis cimientos se han asentado, las metáforas del viento y del sol, la contemplanza de la luna y la lluvia. Todo el amor que mi corazón pudo albergar por ellos, que no cabe en este mundo ni en el universo ni en todos los granos de todas las arenas.
- A mi hermano, le doy las gracias por haberme querido a su manera, por haberme ayudado a sobrevivir cuando la gran ola amenazante estaba a punto de hacerme naufragar. Le dejo mi simpleza, que la tome y la use, que se la ponga en los pies y la sienta subir por sus piernas hasta llegar a su corazón, le dejo la paciencia para disfrutar la alegría de los niños que la vida le regaló, le dejo toda la pasión que mi cuerpo pudo vivir para que la derrame sobre su siempre expectante mujer. Le dejo todo mi amor por los animales, para que los acaricie en las noches estrelladas y se acuerde de mi.
- A mi gran amor, le agradezco los segungos, minutos, horas, días, meses y años que soportó mi detestable mal genio, infinitamente le agradezco las horas de caricias, besos y amor que me regaló con tanta inocencia. Valoro la mirada enamorada que me brindó en nuestro tiempo juntos, el gesto sincero de soporte incondicional. A él le dejo todas las fotos que tengo almacenadas en mi alma, todos los pedacitos de rocas que duermen en mis zapatos, las pisadas que dejé esparcidas por Valparaíso cuando bajábamos algún cerro tomados de la mano. Las puestas de sol con las gigantescas grúas de telón de fondo, abrazados suspirando, son para él. El suave vaivén del movimiento del tren camino a Quilpué, dejando el mar a nuestras espaldas, esa huella que dejé en el asiento junto a la ventana, le pertenece. En la cajita forrada con arpillera quedan todas las lágrimas, letras, sudores, cansancios, riñas, reconciliaciones, risas, desvelos, desapegos para que las use cuando no soporte mi ausencia. Debajo de la almohada, le dejo todos los besos y caricias que nos faltan desde ahora y hasta el día de su muerte.

1 comentario:

Luzjuria dijo...

Me dio penita, no pude evitar mis lágrimas por tu testamento, tal vez es egoísta de mi parte, pero espero que tu me dejes en mi ultima morada y no sea lo contrario. Pero si partes primero, atesorare lo que me dejas de herencia en tu testamento ¡Manita te quiero muchooooooooo!